El Escondido
La historia de estos pueblos comenzó hace ya mucho tiempo, mucho antes que las leyendas que ahora se cuentan. En aquellos tiempos se contaba una sola, pero escalofriante leyenda. Tanto era el miedo que se le tenía, que los padres educaban a sus hijos como a unos valientes y así tuvieran el valor para enfrentar dicha leyenda; lo que se convirtió en una tradición de mucho respeto.
“La fiel novia deberá ir a la presa de San Matías a la media noche del primer sábado del mes; permanecerá ahí toda la noche. Le contará a la presa una historia de amor. Después de eso, con la aprobación de la presa, deberá platicarle sus planes en el matrimonio, los hijos que piensa tener y lo fiel que le será a su futuro esposo.
Por su parte el novio, pasará esa noche flagelando su cuerpo con un látigo repleto de espinas mientras pide perdón por sus pecados cometidos a lo largo de su vida. No deberá mentir. Después irá a la casa de los padres de la novia, les pedirá perdón por llevarse a su hija y le obsequiará al padre diez monedas de oro, a la madre le dará dos vestidos nuevos. Esperará en casa de ellos hasta el amanecer, después se dirigirá a la plaza principal del pueblo. Ahí estará el cura, quien lo bendecirá y le otorgará la piedra de los lamentos. La cual deberá cargar en su espalda y llevarla hasta la presa, deberá llegar antes de la media noche del domingo.
Hablará con la presa para que se haga el cambio, la piedra por su futura esposa. A la cual cargará de regreso al pueblo para llevarla a su nuevo hogar. Después tendrá que regresar a la presa por la piedra de los lamentos y regresarla al pueblo, no sin antes agradecerle a la presa por toda la alegría que le espera.”
Así se contaba la leyenda de San Matías y la presa. Los pueblos de San Matías y el de La Cruz eran regidos por esta leyenda. Que durante mucho tiempo dictó las normas del orden y el respeto.
Pero un día todo cambió, la presa se enamoró de la bella novia que se encontraba contándole la historia de amor más hermosa que jamás había escuchado. Después escuchó sus planes y supo que era la mejor mujer que jamás había visto. La luna llena brillaba en lo más alto del cielo, una sonrisa se dibujo en el agua. El novio cumplió con su parte y llegó con la piedra de los lamentos hasta la presa. La novia se alegró al verlo, pues le daba miedo la sonrisa que se había dibujado a todo lo ancho de la presa. Él intentó convencer a la presa del cambio, pero ésta se negaba. Un susurro le decía “No te la llevarás, es mía”, pero él se la llevó. Dejando la piedra en ese sitio. De regreso sólo podía escuchar el lamento desesperante de la presa, después de un rato dejó de oírlo.
Llegó al pueblo poco antes del amanecer, ya todos los esperaban; la gente estaba feliz, pues había cumplido la tradición. “Ahora debes regresar por la piedra.” Le había dicho el cura. “No, no regresaré para allá, la presa ha querido quedarse con mi novia, no volveré.” “¡Sí lo harás o la maldición caerá sobre nosotros!”. Después de varias horas lo convencieron, salió del pueblo de La Cruz, pero no fue hacía la presa, se dirigió a San Matías y ahí se escondió durante muchos días. Hasta que la maldición le cayó de sorpresa.
“Lo inimaginable, lo que nadie puede llegar a pensar, esa será la maldición que caerá sobre los pueblos el día que no sea cumplida o respetada dicha tradición.”
Él se convirtió en piedra en el mismo lugar donde permanecía escondido. Sus padres lo encontraron hincado, como rezándole al cielo. Ella apareció dos días después, junto con otras dos cruces en la plaza principal de La Cruz, muerta bajo la cruz del atrio de la iglesia. Tras de ella las tres cruces. Desde ese día el pueblo fue bautizado con ese nombre; Las Tres Cruces y San Matías con el nombre de El Escondido.
Ahora todo lo que ocurre en esos pueblos vecinos a salido de las manos de la realidad. La presa de San Matías permanece con su lamento, devastador para aquél que tenga la desgracia de escucharlo.
Octavio Gómez Ledesma.
31122007.
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