lunes, 22 de febrero de 2010

EL SUEÑO DE EVE

Aquí parte del trabajo que estoy realizando con el colectivo "cabeza de nada" en la ciudad de Guanajuato. Les dejo el capitulo uno del Sueño de Eve, un relato que viajó a un sitio en el cual no tengo control sobre lo que ahí sucede.

saludos...

EL SUEÑO DE EVE

1
Al llegar la mañana el frío logra colarse dentro de la habitación, es como si la luz tenue del distante sol ya debilitado a estas alturas del año acorralara a ese helado cierzo, obligándolo a refugiarse en las casas de los hombres. Lo he visto atravesar los cristales, aprovechando de estos su inconsistencia sólida, empañando su superficie e iniciando el llanto matutino de tantos años sobre el cristal. De igual manera lo he visto frente a mi rostro, intentando penetrar por mis labios para corromper mi cuerpo, los acaricia hasta que el color morado en estos duele al llegar al hueso de las encías.
Las mañanas frías de fin de año hacen que olvide el sueño de la noche anterior, con esto mis días se convierten en la rutina de todos los finales de año. Los hombres de blanco pronto llegaran, una vez más me cuestionarán acerca de la noche anterior, del sueño que tuve, y al ver que mis recuerdos más lejanos son los del último atardecer y los más recientes los de la mañana que inicia, comenzarán a inventarme una historia cruel y sangrienta de la cual han de asegurarme que soy la autora de tales atrocidades.
El invierno roba mis sueños, se apodera de estos para jugarme bromas pesadas, las noches largas que no conozco deberían ser de insomnio para contagiarme de estas y acumular sueños frescos para cuando la primavera me libere de esta prisión cristalina. Y así no tener que soñar las historias que los hombres de blanco me cuentan durante el invierno.
El cruel invierno dirige mi vida cuando su poder es tan grande como para poder hacerlo, lo ha hecho así desde aquella tarde del invierno del noventa y seis cuando perdí el conocimiento y a la mañana siguiente no me encontraba en casa. Los hombres de blanco habían conectado mi cuerpo a unos aparatos enormes que medían lo que les interesaba de éste, habían cambiado las ropas escolares que llevaba ese día por una bata blanca que en un principio me hizo sentir como parte de su equipo, ahora se que sí lo soy, pero sólo una pieza más de sus experimentos.
Fue aquella mañana del invierno del noventa y seis cuando uno de ellos ingreso a la habitación de cristal, recuerdo que se presentó ante mi como el médico encargado de mi caso, dijo su nombre el cual no recuerdo. Después hizo que los demás salieran, se sentó junto a la cama en la cual me encontraba e inició una serie de preguntas acerca de los problemas que aseguraban que tenía.
A ese hombre no he vuelto a verlo, hoy llegará otro al cual no conozco e intentará continuar con lo de todos los inviernos.