lunes, 4 de octubre de 2010
DIVAS libro de cuentos
20 historias que hacen de este libro un enrredo total. Un libro de cuentos que desde siempre deseó ser una novela, una novela que envidia la magia de las narraciones cortas... un libro bañado de ficción hermosa, que nace de la realidad devastadora que desde siempre se vive. Un libro que otorga algo más que las letras que en este forman, quizá, una extraña armonía... Diego, un hombre, un personaje que lleva su vida ficticia al punto máximo de la realidad, un hombre conciente de su medio, un hombre que no existiría sino fuera por las cinco mujeres que lo sacan a flote de la locura, el olvido, el amor platónico, la desolación y la violencia de todas partes...
Un libro que ya esta a la venta, pedidos, conmigo.
Saludos...
viernes, 10 de septiembre de 2010
ANIVERSARIO No. 17
Hace tiempo, mientras los juegos de niños, mientras los deseos de ir más allá... se acercó un adolescente, él que navegaba en un una canoa color violeta, me mostró el bello mundo de las letras, y aquí estoy, peleando con la ortografía, con las comas y los puntos, con el exceso y la falta... 17 años, 17 libros (cuento, poesía y novela)...
saludos
Alejandro Ledesma
saludos
Alejandro Ledesma
DIVAS
17 años han pasado desde el primer cuento que escribí, nó llegué a imaginar que tanto ganaría de esto... pero no es hora de estar chupando nuestras dicks, el colectivo NOPALJAUZ esta listo para regresar a escena con la esposición DESPERTAR, la cual se llevará acabo en la ciudad de Guanajuato, Guanajuato, México los días 24 y 25 de septiembre del presente año. En tal exposición se presentaran trabajos de diseñadores, fotográfos, pintores, artistas visuales, escritores y más. Es en esta exposición en la que se llevará acano la presentación del libro DIVAS de Alejadro Ledesma (yo mero, administrador y cinico confidente, ex habitante de la PARYJAUZ, yeah!!! sigue la mata dando).
Los esperamos en el lugar mecionado, el cual no he mencionado, ni escrito ni demás, pero será en la Plaza de las artes (Plaza Cervantes, juntop al bar Fly) en la ciudad de Guanajuato... a las 5 pm... los espero banda...
saludos para todos, en todas partes del globo terrakeo...
el abu...
Los esperamos en el lugar mecionado, el cual no he mencionado, ni escrito ni demás, pero será en la Plaza de las artes (Plaza Cervantes, juntop al bar Fly) en la ciudad de Guanajuato... a las 5 pm... los espero banda...
saludos para todos, en todas partes del globo terrakeo...
el abu...
jueves, 12 de agosto de 2010
LOS OJOS DEL PERRO 4
Los ojos del perro
4
Los hombres toman la forma de sus dioses, sumergen en el olvido su existencia mortal adquiriendo, en su lucha, la forma de un animal.
Jaguar
Recuerdo al genio que en una tarde de abril convirtió su cuerpo de humano en el de un animal, antes de la transformación gritó a todo pulmón: ¡Los humanos que lo deseen, entreguen su cuerpo a la tierra y sean fieles al principio de dar vida! Después su cuerpo de hombre se hizo jaguar, juró respetar a su madre y salvar a su pueblo de la garra de los traidores.
Deambuló entre la selva, la sierra y se acercó a los árboles, a estos les contó su sueño, les dijo del problema de su gente y armó el ejercito más grande nunca antes visto.
El jaguar retó a la vida miserable que se le había impuesto, movilizó a sus hermanos con el ideal de ser libres y peleó hasta el final de sus días.
Águila
Poco sé de la hermosa indígena que abrió sus alas al cielo y se entregó a él. Su vuelo se hizo presente en bosques, valles y montañas, descanso no encontró al ver su tierra sumergida en la desgracia por las garras de quien fuera su hermano tiempo atrás. Hurgó entre las nubes, de estas su fuerza consiguió, las llamó a la lucha, un ejercito de enorme de rayos y truenos fue el que ella organizó.
No pudo regresar al valle en donde su pueblo desde siempre la espera, se vio en la necesidad de utilizar la montaña para descansar su vuelo rebelde. Desde ese sitio nos vigila con el poder de sus ojos, protegiéndonos con la fuerza de sus garras y de sus alas.
Su lucha no tendrá fin.
Serpiente
Se escabulló en la tierra que desde siempre le pertenece, su cuerpo escurridizo le ayudó a llegar con facilidad a los sitios donde la mirada de los hombres se pierde. Le habló a los dioses de la tierra y les pidió perdón antes de entregarles su cuerpo.
La serpiente se deslizó hacía el agua tibia del río, habló con las rocas, serpientes, cocodrilos y peces, ellos se unieron en su rebeldía. El ejercito del agua se hizo presente en la lucha de los pueblos por su agua y su tierra. Hubo tiempo para apreciar el ocaso y sentir la tibia mirada de la dama lunar.
La serpiente y su ejercito buscaron la libertad, entregó sus vida a ese ideal rebelde.
Saltamontes
Sus piernas fuertes lo elevaron en lo alto de su tierra, el aleteo poderoso lo mantuvo fuera del alcance de las mañas de sus hermanos, las callosidades afiladas en su cuerpo le protegieron en su odisea libertaria.
El saltamontes también fue hombre y sufrió la desventura de heredar la esclavitud de sus antepasados y depender de las miserias de los tiranos, su cuerpo de humano llegó a su fin e inició su ascenso a la más alta gloria del mundo natural, organizó a sus hermanos saltamontes y con ellos se unió al ejercito de los cielos.
Abeja
Dama hermosa que baña su cuerpo esbelto en el manantial tibio de la esperanza, ella esperó a que la vida le otorgará el privilegio de ser libre, el agua clara y limpia le escurría por el cuerpo esbelto persiguiendo las formas definidas de su feminidad, acariciando su piel como invitándola a desprenderse de tanta pestilencia, alborotando su cabello oscuro, borrando los surcos centenarios del correr de tantas lágrimas, lavando su cuerpo virgen de mañas y malicias. Decidió no esperar más.
Las alas rasgaron su piel delicada, le dieron la posibilidad de unirse a los ejércitos antes formados. En su vuelo expandió su conciencia y supo que de la tierra de esos tiranos ella era dueña. Definió su lucha, organizo sus ideas, pidió perdón a sus dioses y su lucha jamás tuvo fin.
Supo también que era libre y no iba a permitir nunca más la esclavitud de su cabeza, no en esta vida, no bajo ninguna circunstancia.
4
Los hombres toman la forma de sus dioses, sumergen en el olvido su existencia mortal adquiriendo, en su lucha, la forma de un animal.
Jaguar
Recuerdo al genio que en una tarde de abril convirtió su cuerpo de humano en el de un animal, antes de la transformación gritó a todo pulmón: ¡Los humanos que lo deseen, entreguen su cuerpo a la tierra y sean fieles al principio de dar vida! Después su cuerpo de hombre se hizo jaguar, juró respetar a su madre y salvar a su pueblo de la garra de los traidores.
Deambuló entre la selva, la sierra y se acercó a los árboles, a estos les contó su sueño, les dijo del problema de su gente y armó el ejercito más grande nunca antes visto.
El jaguar retó a la vida miserable que se le había impuesto, movilizó a sus hermanos con el ideal de ser libres y peleó hasta el final de sus días.
Águila
Poco sé de la hermosa indígena que abrió sus alas al cielo y se entregó a él. Su vuelo se hizo presente en bosques, valles y montañas, descanso no encontró al ver su tierra sumergida en la desgracia por las garras de quien fuera su hermano tiempo atrás. Hurgó entre las nubes, de estas su fuerza consiguió, las llamó a la lucha, un ejercito de enorme de rayos y truenos fue el que ella organizó.
No pudo regresar al valle en donde su pueblo desde siempre la espera, se vio en la necesidad de utilizar la montaña para descansar su vuelo rebelde. Desde ese sitio nos vigila con el poder de sus ojos, protegiéndonos con la fuerza de sus garras y de sus alas.
Su lucha no tendrá fin.
Serpiente
Se escabulló en la tierra que desde siempre le pertenece, su cuerpo escurridizo le ayudó a llegar con facilidad a los sitios donde la mirada de los hombres se pierde. Le habló a los dioses de la tierra y les pidió perdón antes de entregarles su cuerpo.
La serpiente se deslizó hacía el agua tibia del río, habló con las rocas, serpientes, cocodrilos y peces, ellos se unieron en su rebeldía. El ejercito del agua se hizo presente en la lucha de los pueblos por su agua y su tierra. Hubo tiempo para apreciar el ocaso y sentir la tibia mirada de la dama lunar.
La serpiente y su ejercito buscaron la libertad, entregó sus vida a ese ideal rebelde.
Saltamontes
Sus piernas fuertes lo elevaron en lo alto de su tierra, el aleteo poderoso lo mantuvo fuera del alcance de las mañas de sus hermanos, las callosidades afiladas en su cuerpo le protegieron en su odisea libertaria.
El saltamontes también fue hombre y sufrió la desventura de heredar la esclavitud de sus antepasados y depender de las miserias de los tiranos, su cuerpo de humano llegó a su fin e inició su ascenso a la más alta gloria del mundo natural, organizó a sus hermanos saltamontes y con ellos se unió al ejercito de los cielos.
Abeja
Dama hermosa que baña su cuerpo esbelto en el manantial tibio de la esperanza, ella esperó a que la vida le otorgará el privilegio de ser libre, el agua clara y limpia le escurría por el cuerpo esbelto persiguiendo las formas definidas de su feminidad, acariciando su piel como invitándola a desprenderse de tanta pestilencia, alborotando su cabello oscuro, borrando los surcos centenarios del correr de tantas lágrimas, lavando su cuerpo virgen de mañas y malicias. Decidió no esperar más.
Las alas rasgaron su piel delicada, le dieron la posibilidad de unirse a los ejércitos antes formados. En su vuelo expandió su conciencia y supo que de la tierra de esos tiranos ella era dueña. Definió su lucha, organizo sus ideas, pidió perdón a sus dioses y su lucha jamás tuvo fin.
Supo también que era libre y no iba a permitir nunca más la esclavitud de su cabeza, no en esta vida, no bajo ninguna circunstancia.
miércoles, 11 de agosto de 2010
LOS OJOS DEL PERRO 2
Los ojos del perro
2
Hoy la vida me prestó tres pesos, le hablé al oído con la voz suave que le encanta, mañana ha de pedirme cinco varos de interés. Gastaré los tres pesos en regalos estúpidos, en flores de papel de boletos a ninguna parte, compraré nieve de Huanímaro y una paleta de fresa con una capa extra gruesa de chocolate dulce, pagaré los raítes a todas partes y sin rumbo fijo, no importan los cinco varos de interés diario, no porque ahora tengo tres pesos prestados.
Es en estos momentos cuando un grito es un susurro y destroza el cráneo, y ahí se encuentran los ojos del perro, observando atentos sin perder el más mínimo detalle de mi captura. Las manos prietas juegan con mi cara deformándola, vistiéndola de sangre. Toman mi cuello, lo estrangulan con las caricias mágicas de tantos años, las manos del mago son ágiles, preparadas para lo peor. Manos prietas que enmudecen los reclamos de mi gente, manos culpables de tanta miseria, del gran abismo en el cual también se encuentran sumergidas.
Mi boca es un caracol, es una coliflor, un volcán vivo eructando la sangre histórica de un pueblo invencible. Boca impaciente que del silencio no es partidaria, lengua bífida, lengua de serpiente venenosa, sus palabras no ocultan lo que la mirada retiene. Mi boca es el escondite de la rabia y la humillación, es el bendito monasterio que alza sus paredes con palabras que son reclamos, que son propuesta, es el sitio ideal para esconder los dientes.
Las manos prietas acariciando mi estomago, la espalda, los huesos son un costal sin forma y los ojos del perro atentos, observando una victima más en el juego de la vida. La boca eructando sangre y la cabeza procesando ideas.
Hoy la vida me prestó tres pesos y jamás dejará de estafarme.
2
Hoy la vida me prestó tres pesos, le hablé al oído con la voz suave que le encanta, mañana ha de pedirme cinco varos de interés. Gastaré los tres pesos en regalos estúpidos, en flores de papel de boletos a ninguna parte, compraré nieve de Huanímaro y una paleta de fresa con una capa extra gruesa de chocolate dulce, pagaré los raítes a todas partes y sin rumbo fijo, no importan los cinco varos de interés diario, no porque ahora tengo tres pesos prestados.
Es en estos momentos cuando un grito es un susurro y destroza el cráneo, y ahí se encuentran los ojos del perro, observando atentos sin perder el más mínimo detalle de mi captura. Las manos prietas juegan con mi cara deformándola, vistiéndola de sangre. Toman mi cuello, lo estrangulan con las caricias mágicas de tantos años, las manos del mago son ágiles, preparadas para lo peor. Manos prietas que enmudecen los reclamos de mi gente, manos culpables de tanta miseria, del gran abismo en el cual también se encuentran sumergidas.
Mi boca es un caracol, es una coliflor, un volcán vivo eructando la sangre histórica de un pueblo invencible. Boca impaciente que del silencio no es partidaria, lengua bífida, lengua de serpiente venenosa, sus palabras no ocultan lo que la mirada retiene. Mi boca es el escondite de la rabia y la humillación, es el bendito monasterio que alza sus paredes con palabras que son reclamos, que son propuesta, es el sitio ideal para esconder los dientes.
Las manos prietas acariciando mi estomago, la espalda, los huesos son un costal sin forma y los ojos del perro atentos, observando una victima más en el juego de la vida. La boca eructando sangre y la cabeza procesando ideas.
Hoy la vida me prestó tres pesos y jamás dejará de estafarme.
jueves, 5 de agosto de 2010
LOS OJOS DEL PERRO 1
Los ojos del perro
1
Estaban fijos en mi, quietos en el bulto irreconocible que lo desconchinflado de mi cuerpo había creado. Ojos inconformes de no creer ni reconocer, de miedo a lo desconocido. Ojos que retienen el llanto provocado por el terror, movimientos de inseguridad hacía ninguna parte, gemidos de dolor y odio.
Los ojos del perro lamiendo la imagen averiada de mi presencia, ya no intenta acercarse, lo asustó el dolor mío que se escapa en un lamento largo y pausado, agudo como la espina poderosa clavada en mi cabeza. Se limita a observar lo que la noche le impide apreciar con claridad, quizá cree que me formé de la tierra y soy el de la vida para siempre, el de la mirada perdida en donde los ojos de los hombres no pueden detenerse a ver lo insignificante.
Pobre perro, sus ojos dan lastima pero a la vez provocan miedo. Alguien vendrá para darle de comer, acariciarlo o talvez patearlo y gritarle que se aleje. Si el perro supiera que pienso en él y que si se acerca le sacaré los ojos con estas garras que ahora tengo por manos.
Intento mover la deformidad de este cuerpo que es como una gelatina que no va a terminar de cuajar, los huesos crujen dentro de mi, se precipitan en un bailoteo tembloroso que me sacude, los músculos comienzan a estirarse en las formas desconocidas que ahora le pertenecen a mi presencia. Estiro las extremidades ante la mirada de susto del perro, su ladrido se hace presente en donde es difícil que alguien más lo escuche. Pausadamente levanto la masa enorme de mi cabeza, pero esta cae rápido al suelo provocando un sonido similar al de una naranja podrida cuando es aplastada, el perro gruñe, salta, se aleja y regresa corriendo al mismo sitio, ladra más, después su enojo se apaga en un gruñido silencioso que deja ver su miedo.
Lo observo sin esquivar sus ojos, sin darle importancia a sus colmillos afilados, los cuales muestra, pero si se acerca le voy a sacar los ojos, por eso es que necesito incorporar este cuerpo guango, que vea mi tamaño y se valla de aquí. Si se acerca le acariciaré el rostro con poca ternura, le haré ver que sus ojos de perro no son de mi agrado y he de sacárselos.
Cuando caí al suelo no pensé en nunca más levantarme, el golpe fue duro, doloroso, fue el final de mi antigua forma, los huesos crujieron al venirse abajo, se hicieron una masa pesada que formó una placa dura y pesada en lo que antes eran un par de piernas firmes, el cuerpo perdió consistencia al perder la estructura sólida que lo mantenía erguido.
Levanto la mirada para ver los ojos del perro, ahí se encuentran, poseídos por el miedo, aferrados a encontrar lo familiar de las formas a las cuales se ha acostumbrado ver. Lastima de perro que no piensa, en un par de segundos olvidó que yo era humano antes de caer en la tierra, no entiende que es esta misma tierra la que deforma a sus hombres, los transforma en bestias y les estira los ojos hasta reventárselos. Es este sitio el que alarga sus garras afiladas a los cuerpos de los hombres, los hace pedazos.
Levanto el cuerpo de un sólo jalón, se incorpora enorme el bulto deforme, la cabeza es grande y pesa lo mismo que un hombre joven y fornido, el cuerpo se desparrama hacia los lados en una danza sin sentido, mis garras rozan el suelo, la masa oscura avanza con las piernas deformes. El perro y sus ojos escapan lanzando un aullido de terror, soy una bestia, soy la bestia que ha formado esta tierra.
(Que se me perdonen las faltas de ortografía, pero en estos días a esta misma le he otorgado su jubilación.)
1
Estaban fijos en mi, quietos en el bulto irreconocible que lo desconchinflado de mi cuerpo había creado. Ojos inconformes de no creer ni reconocer, de miedo a lo desconocido. Ojos que retienen el llanto provocado por el terror, movimientos de inseguridad hacía ninguna parte, gemidos de dolor y odio.
Los ojos del perro lamiendo la imagen averiada de mi presencia, ya no intenta acercarse, lo asustó el dolor mío que se escapa en un lamento largo y pausado, agudo como la espina poderosa clavada en mi cabeza. Se limita a observar lo que la noche le impide apreciar con claridad, quizá cree que me formé de la tierra y soy el de la vida para siempre, el de la mirada perdida en donde los ojos de los hombres no pueden detenerse a ver lo insignificante.
Pobre perro, sus ojos dan lastima pero a la vez provocan miedo. Alguien vendrá para darle de comer, acariciarlo o talvez patearlo y gritarle que se aleje. Si el perro supiera que pienso en él y que si se acerca le sacaré los ojos con estas garras que ahora tengo por manos.
Intento mover la deformidad de este cuerpo que es como una gelatina que no va a terminar de cuajar, los huesos crujen dentro de mi, se precipitan en un bailoteo tembloroso que me sacude, los músculos comienzan a estirarse en las formas desconocidas que ahora le pertenecen a mi presencia. Estiro las extremidades ante la mirada de susto del perro, su ladrido se hace presente en donde es difícil que alguien más lo escuche. Pausadamente levanto la masa enorme de mi cabeza, pero esta cae rápido al suelo provocando un sonido similar al de una naranja podrida cuando es aplastada, el perro gruñe, salta, se aleja y regresa corriendo al mismo sitio, ladra más, después su enojo se apaga en un gruñido silencioso que deja ver su miedo.
Lo observo sin esquivar sus ojos, sin darle importancia a sus colmillos afilados, los cuales muestra, pero si se acerca le voy a sacar los ojos, por eso es que necesito incorporar este cuerpo guango, que vea mi tamaño y se valla de aquí. Si se acerca le acariciaré el rostro con poca ternura, le haré ver que sus ojos de perro no son de mi agrado y he de sacárselos.
Cuando caí al suelo no pensé en nunca más levantarme, el golpe fue duro, doloroso, fue el final de mi antigua forma, los huesos crujieron al venirse abajo, se hicieron una masa pesada que formó una placa dura y pesada en lo que antes eran un par de piernas firmes, el cuerpo perdió consistencia al perder la estructura sólida que lo mantenía erguido.
Levanto la mirada para ver los ojos del perro, ahí se encuentran, poseídos por el miedo, aferrados a encontrar lo familiar de las formas a las cuales se ha acostumbrado ver. Lastima de perro que no piensa, en un par de segundos olvidó que yo era humano antes de caer en la tierra, no entiende que es esta misma tierra la que deforma a sus hombres, los transforma en bestias y les estira los ojos hasta reventárselos. Es este sitio el que alarga sus garras afiladas a los cuerpos de los hombres, los hace pedazos.
Levanto el cuerpo de un sólo jalón, se incorpora enorme el bulto deforme, la cabeza es grande y pesa lo mismo que un hombre joven y fornido, el cuerpo se desparrama hacia los lados en una danza sin sentido, mis garras rozan el suelo, la masa oscura avanza con las piernas deformes. El perro y sus ojos escapan lanzando un aullido de terror, soy una bestia, soy la bestia que ha formado esta tierra.
(Que se me perdonen las faltas de ortografía, pero en estos días a esta misma le he otorgado su jubilación.)
miércoles, 5 de mayo de 2010
Los ojos del perro 3
Escucha esta boca que hace todo lo posible por no ofenderte, por no hacer tu vida más difícil, regresa cuando estés dispuesta a perdonar y se te perdone, vuelve cuando desees un beso, cuando necesites gritarle a alguien y el mundo te haya dado la espalda.
Asegúrate de ser la que no se humilla, la que no gime y llora en los brazos de su madre. Se la primera en olvidar las frases de ahora, las de otros días y las que jamás diremos, que tu seas la del adiós eterno, la primera dama de la indiferencia y la arrogancia.
De igual manera viste los colores de la primavera, los del verano y sus relucientes ocasos. Por las noches derrama lágrimas para acceder al mundo de los sueños, a los sueños de tu vida. Olvida a los Hombres que por ti rezan.
Viste esta piel que te extraña, hazlo cuando más lo desees, cuando necesites sudar el estrés de la semana y convulsionar tu cuerpo ayude. Toma este cuerpo que no te pertenece, viólalo, rásgalo con tus manos afiladas, sángralo hasta que desfallezca.
Aquí estoy aguardando tu estúpida obediencia, tus ojos de perro entrenado, y por favor define tu postura antes de que te llamen Justicia.
¿Justicia o Injusticia?
Alejandro Ledesma
Asegúrate de ser la que no se humilla, la que no gime y llora en los brazos de su madre. Se la primera en olvidar las frases de ahora, las de otros días y las que jamás diremos, que tu seas la del adiós eterno, la primera dama de la indiferencia y la arrogancia.
De igual manera viste los colores de la primavera, los del verano y sus relucientes ocasos. Por las noches derrama lágrimas para acceder al mundo de los sueños, a los sueños de tu vida. Olvida a los Hombres que por ti rezan.
Viste esta piel que te extraña, hazlo cuando más lo desees, cuando necesites sudar el estrés de la semana y convulsionar tu cuerpo ayude. Toma este cuerpo que no te pertenece, viólalo, rásgalo con tus manos afiladas, sángralo hasta que desfallezca.
Aquí estoy aguardando tu estúpida obediencia, tus ojos de perro entrenado, y por favor define tu postura antes de que te llamen Justicia.
¿Justicia o Injusticia?
Alejandro Ledesma
viernes, 16 de abril de 2010
EL TIEMPO
Hasta el día de hoy pensaba que el tiempo había que hacerlo, ¿cómo? debe de haber algún aparato que alguien creo para eso: hacer tiempo. Me esforzaba y después no, levantarme temprano, evitar el ocio, comer rápido, pensar apresuradamente, en fin. Hoy, ahora, sé que ese tipo de vida ha de ser para quien desea llegar lo más pronto posible a la meta. La única meta que se tiene en esta vida, la cual creo yo, es la muerte. Y a la cual no deseo apresurar para que se tome mi vida como suya.
En estar pensando se me fue la noche de ayer y la de anteayer, muchas más se han ido, ya le debo horas al día. Pero comprendí algo antes de caer rendido por el sueño y antes de intentar agobiarme por esta deuda con el tiempo, no respeto su tic tac desesperante, ni mucho menos su demora cuando más se ocupa mantener la calma. Tan solo deseo caminar sin un camino fijo, en donde las piedras me avisen del golpe que me he puesto entre éstas. Una curva tomaré y después a volar...
EN ESTO PENSABA EN FEBRERO DE 2009... LAS COSAS NO HAN CAMBIADO...
el abu...
En estar pensando se me fue la noche de ayer y la de anteayer, muchas más se han ido, ya le debo horas al día. Pero comprendí algo antes de caer rendido por el sueño y antes de intentar agobiarme por esta deuda con el tiempo, no respeto su tic tac desesperante, ni mucho menos su demora cuando más se ocupa mantener la calma. Tan solo deseo caminar sin un camino fijo, en donde las piedras me avisen del golpe que me he puesto entre éstas. Una curva tomaré y después a volar...
EN ESTO PENSABA EN FEBRERO DE 2009... LAS COSAS NO HAN CAMBIADO...
el abu...
lunes, 22 de febrero de 2010
EL SUEÑO DE EVE
Aquí parte del trabajo que estoy realizando con el colectivo "cabeza de nada" en la ciudad de Guanajuato. Les dejo el capitulo uno del Sueño de Eve, un relato que viajó a un sitio en el cual no tengo control sobre lo que ahí sucede.
saludos...
EL SUEÑO DE EVE
1
Al llegar la mañana el frío logra colarse dentro de la habitación, es como si la luz tenue del distante sol ya debilitado a estas alturas del año acorralara a ese helado cierzo, obligándolo a refugiarse en las casas de los hombres. Lo he visto atravesar los cristales, aprovechando de estos su inconsistencia sólida, empañando su superficie e iniciando el llanto matutino de tantos años sobre el cristal. De igual manera lo he visto frente a mi rostro, intentando penetrar por mis labios para corromper mi cuerpo, los acaricia hasta que el color morado en estos duele al llegar al hueso de las encías.
Las mañanas frías de fin de año hacen que olvide el sueño de la noche anterior, con esto mis días se convierten en la rutina de todos los finales de año. Los hombres de blanco pronto llegaran, una vez más me cuestionarán acerca de la noche anterior, del sueño que tuve, y al ver que mis recuerdos más lejanos son los del último atardecer y los más recientes los de la mañana que inicia, comenzarán a inventarme una historia cruel y sangrienta de la cual han de asegurarme que soy la autora de tales atrocidades.
El invierno roba mis sueños, se apodera de estos para jugarme bromas pesadas, las noches largas que no conozco deberían ser de insomnio para contagiarme de estas y acumular sueños frescos para cuando la primavera me libere de esta prisión cristalina. Y así no tener que soñar las historias que los hombres de blanco me cuentan durante el invierno.
El cruel invierno dirige mi vida cuando su poder es tan grande como para poder hacerlo, lo ha hecho así desde aquella tarde del invierno del noventa y seis cuando perdí el conocimiento y a la mañana siguiente no me encontraba en casa. Los hombres de blanco habían conectado mi cuerpo a unos aparatos enormes que medían lo que les interesaba de éste, habían cambiado las ropas escolares que llevaba ese día por una bata blanca que en un principio me hizo sentir como parte de su equipo, ahora se que sí lo soy, pero sólo una pieza más de sus experimentos.
Fue aquella mañana del invierno del noventa y seis cuando uno de ellos ingreso a la habitación de cristal, recuerdo que se presentó ante mi como el médico encargado de mi caso, dijo su nombre el cual no recuerdo. Después hizo que los demás salieran, se sentó junto a la cama en la cual me encontraba e inició una serie de preguntas acerca de los problemas que aseguraban que tenía.
A ese hombre no he vuelto a verlo, hoy llegará otro al cual no conozco e intentará continuar con lo de todos los inviernos.
saludos...
EL SUEÑO DE EVE
1
Al llegar la mañana el frío logra colarse dentro de la habitación, es como si la luz tenue del distante sol ya debilitado a estas alturas del año acorralara a ese helado cierzo, obligándolo a refugiarse en las casas de los hombres. Lo he visto atravesar los cristales, aprovechando de estos su inconsistencia sólida, empañando su superficie e iniciando el llanto matutino de tantos años sobre el cristal. De igual manera lo he visto frente a mi rostro, intentando penetrar por mis labios para corromper mi cuerpo, los acaricia hasta que el color morado en estos duele al llegar al hueso de las encías.
Las mañanas frías de fin de año hacen que olvide el sueño de la noche anterior, con esto mis días se convierten en la rutina de todos los finales de año. Los hombres de blanco pronto llegaran, una vez más me cuestionarán acerca de la noche anterior, del sueño que tuve, y al ver que mis recuerdos más lejanos son los del último atardecer y los más recientes los de la mañana que inicia, comenzarán a inventarme una historia cruel y sangrienta de la cual han de asegurarme que soy la autora de tales atrocidades.
El invierno roba mis sueños, se apodera de estos para jugarme bromas pesadas, las noches largas que no conozco deberían ser de insomnio para contagiarme de estas y acumular sueños frescos para cuando la primavera me libere de esta prisión cristalina. Y así no tener que soñar las historias que los hombres de blanco me cuentan durante el invierno.
El cruel invierno dirige mi vida cuando su poder es tan grande como para poder hacerlo, lo ha hecho así desde aquella tarde del invierno del noventa y seis cuando perdí el conocimiento y a la mañana siguiente no me encontraba en casa. Los hombres de blanco habían conectado mi cuerpo a unos aparatos enormes que medían lo que les interesaba de éste, habían cambiado las ropas escolares que llevaba ese día por una bata blanca que en un principio me hizo sentir como parte de su equipo, ahora se que sí lo soy, pero sólo una pieza más de sus experimentos.
Fue aquella mañana del invierno del noventa y seis cuando uno de ellos ingreso a la habitación de cristal, recuerdo que se presentó ante mi como el médico encargado de mi caso, dijo su nombre el cual no recuerdo. Después hizo que los demás salieran, se sentó junto a la cama en la cual me encontraba e inició una serie de preguntas acerca de los problemas que aseguraban que tenía.
A ese hombre no he vuelto a verlo, hoy llegará otro al cual no conozco e intentará continuar con lo de todos los inviernos.
viernes, 8 de enero de 2010
CAPITULO DOS
Les dejo el segundo capitulo de la historia,continua la aventura final de Cacocola, poeta urbano, disidente y muy cotorreador... aún le quedan un par de capitulos al cuento...
2
Corrió como loco por el corredor principal, la sonrisa en su rostro era parte del trofeo. — ¿Qué hizo ahora? — escuchaba el susurro de las voces ajenas a su paso.
Se detuvo a medio pasillo.
— ¡Lo solté, corran torpecillos! — les gritó con el rostro deformado por las torturas y las pastillas azules pitufenses.
Todos abandonaron sus clases y corrieron para todos lados, menos él, que permaneció de pie, en total desnudez, repleto de porquería por todas partes. Sonreía y lloraba pues sabía que el castigo sería definitivo, no tenía salida y lo sabía. El gran final era el único paso al futuro tan despreciable, aún así tenía tiempo para llorar entre sonrisas placenteras.
— ¡Llevo tres horas corriendo, escondiéndome de la bestia cerduna que amenaza mi existencia! — gritaba a todos — ¡Mi poesía me abandona en esta noche tan larga y oscura como mi vista!
Poesía mía que ya caminas,
Devuelve el paso chicloso
De mis piernas guangas.
Devuelve el peso exacto
A mi cerebro–estiércol.
Ya no deseo la carrera
Ya no deseo la cabeza.
Mis olores se esparcen
Con la misma deformidad
De la vida informal.
La bestia cerdo
Y el chico-chica
Desean esa parte
De loca sabiduría.
Me moriré hoy, pero la placa endurecida estará
En la parte más alta de mi escuela, ya no seré,
Ya no estaré, presente. Un recuerdo quedará.
A los lejos en el pasillo pudo ver a los dos verdugos, con vestidos largos de novia y quinceañera, con mazos largos, pesados y cables chispeantes. Él los vio venir y no se movió más, se arrodilló y levantó la mirada al cielo. Del suelo cogió una soga que descendía del techo.
— Estas atrapado, Cacocola. — le dijo el cara de cerdo.
— Mi última poesía será mi jaula. — les dijo — No caeré ante sus garras de bestia incompleta.
El camino largo recorrí,
No sin tus pasos de bestia
Que me hicieron romper
Mis propias barreras.
Ahora comerán lo que he deseado,
No me importa el castigo
Si esta es mi última hazaña.
Plata, oro y papel de regalos
Fueron mis medallas
En literatura, matemáticas
Y buenos modales.
No renaceré en este cuerpo–puerco,
No existirá más la dulce amargura de mis flemas,
Ni la locura de la sociedad.
Pero mirad arriba y abrid la boca par de locas,
Par de asquerosos metamorfeados.
Terminó la última estrofa con lagrimas en los ojos. Los dos verdugos levantaban la mirada y al final del pasillo sus tres amigos le gritaban que no lo hiciera. Él con la cabeza y lagrimas en los ojos negaba todo. Los dos verdugos levantaron la cabeza, un tinaco de estiércoles anuales y miados del semestre, vomitada bienvenidera y asquerosidad nasal les entró hasta por los ojos.
— ¡Levántate! — le decían sus amigos — Tienes que largarte de aquí.
— Suéltame pedazo de tocino, suéltenme todos, asquerosidades de los submundos universitarios, que no ven que he estado torturando a estos dos durante tres días y sus noches y que van cuatro años que comencé con mis asquerosidades. Mi ultimo semestre lo viviré al máximo.
Los tres lo dejaron hincado en el piso. Los verdugos parecían muertos. Unas horas más tarde se levantaron y caminaron tambaleándose por los pasillos, con las estelas gamborimbicas a todo el olan de fuera.
Cacocola permaneció en su sitio hasta que regresaron por él, tres días más tarde. Sus amigos lloraban con él a su lado y lo abastecían de pastillas y yerbas medicinales. Lloraron su partida y fueron a su habitación, tomaron más pastillas e inhalaron blanco, amarillos, fumaron verde, café, se inyectaron transparente y violeta, tragaron poesía, fábulas, cuentos y novelas legendarias del siglo X al XIX.
— Sólo hay un destino para nuestro enervante amigo, el último de los subsótanos. — dijo Caldorín mientras tomaba leche cuajada.
Lo esperaron por dos días y no apareció, tres días, cuatro.
2
Corrió como loco por el corredor principal, la sonrisa en su rostro era parte del trofeo. — ¿Qué hizo ahora? — escuchaba el susurro de las voces ajenas a su paso.
Se detuvo a medio pasillo.
— ¡Lo solté, corran torpecillos! — les gritó con el rostro deformado por las torturas y las pastillas azules pitufenses.
Todos abandonaron sus clases y corrieron para todos lados, menos él, que permaneció de pie, en total desnudez, repleto de porquería por todas partes. Sonreía y lloraba pues sabía que el castigo sería definitivo, no tenía salida y lo sabía. El gran final era el único paso al futuro tan despreciable, aún así tenía tiempo para llorar entre sonrisas placenteras.
— ¡Llevo tres horas corriendo, escondiéndome de la bestia cerduna que amenaza mi existencia! — gritaba a todos — ¡Mi poesía me abandona en esta noche tan larga y oscura como mi vista!
Poesía mía que ya caminas,
Devuelve el paso chicloso
De mis piernas guangas.
Devuelve el peso exacto
A mi cerebro–estiércol.
Ya no deseo la carrera
Ya no deseo la cabeza.
Mis olores se esparcen
Con la misma deformidad
De la vida informal.
La bestia cerdo
Y el chico-chica
Desean esa parte
De loca sabiduría.
Me moriré hoy, pero la placa endurecida estará
En la parte más alta de mi escuela, ya no seré,
Ya no estaré, presente. Un recuerdo quedará.
A los lejos en el pasillo pudo ver a los dos verdugos, con vestidos largos de novia y quinceañera, con mazos largos, pesados y cables chispeantes. Él los vio venir y no se movió más, se arrodilló y levantó la mirada al cielo. Del suelo cogió una soga que descendía del techo.
— Estas atrapado, Cacocola. — le dijo el cara de cerdo.
— Mi última poesía será mi jaula. — les dijo — No caeré ante sus garras de bestia incompleta.
El camino largo recorrí,
No sin tus pasos de bestia
Que me hicieron romper
Mis propias barreras.
Ahora comerán lo que he deseado,
No me importa el castigo
Si esta es mi última hazaña.
Plata, oro y papel de regalos
Fueron mis medallas
En literatura, matemáticas
Y buenos modales.
No renaceré en este cuerpo–puerco,
No existirá más la dulce amargura de mis flemas,
Ni la locura de la sociedad.
Pero mirad arriba y abrid la boca par de locas,
Par de asquerosos metamorfeados.
Terminó la última estrofa con lagrimas en los ojos. Los dos verdugos levantaban la mirada y al final del pasillo sus tres amigos le gritaban que no lo hiciera. Él con la cabeza y lagrimas en los ojos negaba todo. Los dos verdugos levantaron la cabeza, un tinaco de estiércoles anuales y miados del semestre, vomitada bienvenidera y asquerosidad nasal les entró hasta por los ojos.
— ¡Levántate! — le decían sus amigos — Tienes que largarte de aquí.
— Suéltame pedazo de tocino, suéltenme todos, asquerosidades de los submundos universitarios, que no ven que he estado torturando a estos dos durante tres días y sus noches y que van cuatro años que comencé con mis asquerosidades. Mi ultimo semestre lo viviré al máximo.
Los tres lo dejaron hincado en el piso. Los verdugos parecían muertos. Unas horas más tarde se levantaron y caminaron tambaleándose por los pasillos, con las estelas gamborimbicas a todo el olan de fuera.
Cacocola permaneció en su sitio hasta que regresaron por él, tres días más tarde. Sus amigos lloraban con él a su lado y lo abastecían de pastillas y yerbas medicinales. Lloraron su partida y fueron a su habitación, tomaron más pastillas e inhalaron blanco, amarillos, fumaron verde, café, se inyectaron transparente y violeta, tragaron poesía, fábulas, cuentos y novelas legendarias del siglo X al XIX.
— Sólo hay un destino para nuestro enervante amigo, el último de los subsótanos. — dijo Caldorín mientras tomaba leche cuajada.
Lo esperaron por dos días y no apareció, tres días, cuatro.
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