sábado, 17 de septiembre de 2016

FUIMOS, SOMOS Y SEREMOS

Siete meses han transcurrido y ahora soló faltan cinco días con veintidós horas para festejar los primeros treinta y cinco años de vida.

FUIMOS, SOMOS Y SEREMOS

Somos tan jóvenes como cuando comenzamos y tan niños como hace treinta y tantos años. Somos tan inmaduros e inquietos como cuando la vida era un juego divertido que nos invitaba a hurgar entre lo misterioso de sus pliegues olor a fruta y flores frescas.

Somos tan amigos como cuando dejábamos de hablarnos en los años de la pubertad y adolescencia, ya más reciente, enemigos al obsérvanos de frente y pedirnos perdón por todo, sujetándonos en un insoportable abrazo del resto de nuestra vida, sin dejar de repetirnos frases hermosas de antaño, de amor y esperanza.

Somos tan humanos como cuando pensábamos que no lo éramos, y nos sentíamos tan elevados como cualquier ser del reino animal, como una poderosísima hormiga levantando objetos hasta más de cincuenta veces su propio peso o un colibrí volando cerca de las flores del jardín, batiendo sus alas hasta cincuenta y cinco veces por segundo, pareciendo deseoso del que considera delicioso néctar.

Somos tan valientes como cuando decidimos por vez primera enfrentarnos a las siempre sabias palabras del destino y decidimos jamás caer en sus pronósticos fatalistas, parecidos a las alturas engañosas del naranjo septuagenario que plantó el abuelo paterno en la casa de la calle Juárez.

Somos tan fértiles como las tierras negras de los tíos maternos, en donde cultivan los alimentos para bestias, humanos y animales.

Somos tan tacaños y dadivosos  como cuando la vida nos reta a continuar para delante, dejándonos sin pesos ni estorbos, después, ya por último, un respiro nos otorga al presentarse la caída.

Somos tan dóciles como el humano doblegado ante la fría mirada del miedo ardiendo en su interior, pero con la bravura de nuestro lado animal lanzándonos al vacío en una batalla sin final.

Después de treinta y cuatro años con ciento cincuenta y dos días con ocho horas sintiéndome, viviéndome, disfrutándome, y otorgándome todo lo necesario para llegar a este día, te recuerdo en el primer segundo de vida, en el primer instante de amor por esta misma y el llanto que desde ese miércoles veintitrés de septiembre de mil novecientos ochenta y uno, nos ha venido acompañando tan sólo para recordarnos que estamos vivos.

Somos tan Octavio y tan Alejandro como hemos decidido ser, a cada minuto cambiamos la ruta, como los Gómez y los Ledesma, dejando un laberinto de andanzas y estrellas negras al paso de los años.

Pero bien sabemos que tan sólo somos un respiro caliente uniéndose en donde el cuerpo toma fuerza para continuar.

Octavio Alejandro Gómez Ledesma.

21022016.